Utilizo el enfoque y terapia existenciales para ayudar al consultante en sus inquietudes y posición vital en cuestiones trascendentales de la vida, propias de todos los seres humanos.
Es una terapia que actúa, digamos, en profundidad, con una visión global de la persona y totalmente coherente con los problemas e inquietudes del ser humano, sin recurrir a construcciones extrañas o difíciles de entender. La Terapia existencial proporciona escucha, explicaciones y soluciones, pero apenas recibe atención académica. Aborda los asuntos vitales, nuestra posición en el mundo y proporciona explicaciones para comportamientos que consideramos absurdos e inexplicables y, a pesar de la angustia de los temas vitales, cuando son abordados, consigue un enriquecimiento de la vida y un cambio en el que otras terapias se atascan.
Sus aportaciones están incorporadas en las nuevas terapias contextuales, como el yo trascendente, el sentido de una vida valiosa como dirección vital, la aceptación del malestar mientras nos sirve de guía para nuestras acciones valiosas. Los ejercicios del yo trascendente de esta terapia son de los más poderosos para conseguir el cambio.
Los ejes en los que se basa la terapia son :
—La posición ante la muerte y la idea de la misma, que tratamos de eludir, y el impulso a la vida como motor del ser humano.
—La libertad y la responsabilidad que esta significa, los problemas para ser responsables y ejercer nuestra capacidad de elegir en vez de dejar que elijan por nosotros.
—El aislamiento y la necesidad de relaciones como una constante de atracción y rechazo.
—El sentido de la vida que debe ser construido por cada uno, ya que solo nosotros podemos dotar nuestra vida de significado. De lo contrario, estará vacía y viviremos dejándonos llevar por las circunstancias, y de ahí la aparición de la angustia existencial que nos es tan familiar, aunque no sepamos definirla.
El núcleo de nosotros como seres únicos y al mismo tiempo construyéndose constantemente con nuestra experiencia, moviéndonos siempre entre la estabilidad y la inestabilidad propia de las situaciones de la vida.
Estos temas son trasversales a toda terapia, pero apenas, como podemos suponer, se tienen en cuenta. Están demasiado ocultos por los comportamientos que ponemos en marcha como soluciones y muchas veces son el problema, ya que son enmascaramientos para protegernos de la angustia que nos generan.