¿Por qué me preocupo tanto?

La preocupación es un pensamiento sobre un peligro o desgracia futuro con incertidumbre sobre el resultado.

Los temas más comunes son:

La salud, la familia y amigos, el trabajo o los estudios, la economía personal y la vida cotidiana, como ser puntual, hacer las cosas suficientemente bien, el tráfico y casi cualquier situación novedosa. Existe intolerancia a la incertidumbre.

Se podrían clasificar las preocupaciones en:

Problemas inmediatos, anclados en la realidad y modificables, como un conflicto interpersonal.

Problemas inmediatos anclados en la realidad e inmodificables, por ejemplo, una enfermedad crónica.

Acontecimientos muy improbables, no basados en la realidad y por ello inmodificables, como caer enfermo si no hay ningún indicio de mala salud.

Preocuparse supone un problema si respondes a estas preguntas afirmativamente:

  • Te preocupas por cosas que a la mayoría de las personas no les preocupa
  • Encuentras difícil dejar de preocuparte
  • Rara vez se llega a una solución al preocuparse
  • Crees que si no te preocupas sucederá algo terrible
  • Te preocupas por no preocuparte o cuando las cosas van bien

Las preocupaciones se mantienen porque la persona cree que preocuparse es útil de alguna forma o que es peligroso e incontrolable: sirve para evitar lo que tememos; es una forma de resolver problemas; motiva para actuar; prepara para lo peor; puede evitar la ocurrencia de sucesos negativos; ayuda a no pensar en cosas más perturbadoras; es un rasgo positivo que indica responsabilidad.

Así se mantienen, pero ¿Cómo se forma esta manera de afrontar la vida cotidiana?

Existen diversas teorías y quizás todas están relacionadas.

Hay una vulnerabilidad psicológica por las experiencias tempranas en la infancia basadas en la relación con las figuras de apego, donde una ha sido descalificado o ignorado y se criado en un ambiente impredecible por conflictos en la familia, bien por no haberse sentido aceptado o por haber sido excesivamente sobreprotegido.

El resultado es el mismo, el niño no aprende a identificar lo que siente o aprende que la misma preocupación, unida a la evitación de actuar eficazmente, es útil para afrontar un problema y se desborda ante situaciones cotidianas estresantes o que suponen una amenaza, está indefenso ante la incertidumbre de la vida, y al mismo tiempo sus emociones están alejadas o desconectadas de su pensamiento racional.

La preocupación funciona como una respuesta de evitación ante la sensación de amenaza, lo que impide tanto el procesamiento emocional, como las acciones necesarias, la tendencia de acción que toda emoción requiere.

La preocupación produce la activación del sistema de alerta del organismo, que se prepara somática (corporal) y emocionalmente para afrontar una amenaza. Esta activación es la ansiedad, pues tal amenaza es la propia preocupación.

Hay pues una intolerancia a la incertidumbre y atención centrada en posibles amenazas, una actitud negativa hacía los problemas, en vez de verlos como retos a afrontar y solucionar, y hay miedo a las emociones negativas, vistas como inaceptables.

Ante estas preocupaciones como forma habitual de afrontar la vida, surgen los mecanismos para reducir la incertidumbre, que son las conductas de seguridad y las conductas de evitación, que son barreras limitantes para conseguir avanzar hacia lo que necesitamos y valoramos.

La forma de afrontar los problemas de forma eficaz podría ser:

-Ante los problemas reales y modificables, aplicar solución de problemas.

-Ante los problemas reales e inmodificables, centrarse en la aceptación de la situación hasta que pueda cambiarse y relajarse para reducir la activación y ansiedad, cuestionar los pensamientos circulares o catastróficos y cambiarlos por otros más útiles y gestionar las emociones de forma eficaz.

-Ante los problemas poco probables y no basados en la realidad, exponerse al miedo que nos generamos sobre lo peor que puede pasar y eliminar así el miedo.

Los tratamientos psicológicos han demostrado suficientemente su eficacia para eliminar la preocupación y la ansiedad originada por esta forma de afrontar las situaciones de la vida.

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