¿Cómo las relaciones del niño con los padres influyen en el adulto que seremos?

Las relaciones tempranas del niño con sus padres van a influir inevitablemente en la visión del mundo y las emociones y comportamiento del adulto al activarse la conducta de apego aprendida en la infancia.

Conducta de apego es el conjunto de acciones que realiza una persona para mantener la proximidad del cuidador, normalmente la madre, y sentirse seguro. El objetivo es la supervivencia.

Estas conductas conformarán a lo largo de la vida los comportamientos de exploración, cuidado y relaciones con los demás, especialmente las relaciones de pareja.

Es necesario un equilibrio entre exploración y proximidad en función de la disponibilidad de la figura de apego o cuidador, y los peligros existentes en el entorno. Surge entonces la búsqueda de proximidad, una base segura desde la que explorar y un refugio seguro al que acudir si hay peligro.

Los estudios realizados durante décadas han descubierto que un niño que se siente seguro es más sociable y explora más, mientras que un niño que se siente inseguro y no confía en su cuidador responde a la defensiva con miedo o ansiedad.

Bowlby, el psicólogo que sintetizo los conocimientos existentes sobre las relaciones tempranas en los niños, descubrió tres sistemas de apego, que Ainsworth sintetizó como:

  • Apego Seguro: El cuidador está disponible, receptivo a las demandas del niño y proporciona calidez.

El niño en consecuencia explora de forma activa, se disgusta ante la separación y da una respuesta positiva ante el cuidador. El niño es sociable y abierto a las experiencias.

Considerará el amor como algo duradero y basado en la confianza.

  • Apego Evitativo o Resistente: El cuidador rechaza al niño, hay rigidez, hostilidad, poco contacto, frialdad.

El niño se distancia y tiende a evitar al cuidador ante la frialdad de este. Responde con defensividad. Posteriormente le resultará difícil confiar en los demás y tendrá miedo a la intimidad y a confiar en su pareja.

  • Apego Ansioso-ambivalente o Preocupado: El cuidador se muestra insensible, pero intrusivo. Es inconsistente, injusto.

El niño protesta, tiene ansiedad ante la separación y se enfada ante el cuidador, llora y se aferra. En sus relaciones se preocupará por si le quieren o no y deseará fundirse con quién siente cercanía, pero puede haber celos infundados.

Investigaciones posteriores de Mais y Solomon añadieron un cuarto grupo, al ver que había niños que no encajaban en estas categorías:

  • Apego desorganizado: Hay conductas de acercamiento contradictorias, afecto cambiante y deprimido que origina confusión.

El niño es imprevisible y con labilidad emocional. En sus relaciones será confuso, con explosiones de acercamiento y periodos de alejamiento y enfado. Se preocupa por si es herido al intimar demasiado.

Consecuencias estudiadas del estilo de apego en áreas de la vida adulta:

Pareja:

Muchas veces la elección de pareja se hará en función de cómo es su estilo de apego y la relación se valorará en función de este apego en cada miembro de dicha pareja.

El efecto más satisfactorio del apego en la pareja son los niveles de comodidad con la cercanía y ansiedad de uno mismo y de la pareja.

Trabajo:

La figura de apego tiene que proporcionar una base segura para que el niño puede explorar el entorno, esto parece tener consecuencias en el trabajo.

Los evitativos parecen trabajar más compulsivamente para evitar relaciones íntimas, se sienten bien con los logros, pero están insatisfechos con los compañeros.

Los ansioso-ambivalentes tal vez lo utilicen para compensar relaciones insatisfactorias, están poco satisfechos y preocupados por su rendimiento, creen que otros dificultan su trabajo, pero prefieren trabajar en equipo, tienen problemas para terminar sus proyectos y aflojan el ritmo si reciben elogios.

Los seguros se sienten valorados y no permiten que el trabajo interfiera en su vida personal y salud.

Estrés:

El sistema de apego mantiene el equilibrio entre proximidad y exploración. Si el niño se siente seguro, empieza a explorar.

Las condiciones que activan el apego pueden ser el ambiente (alarmas y rechazo), relación (ausencia o frialdad del cuidador), el niño (fatiga, malestar, enfermedad), posteriormente el adulto activará las conductas de apego aprendidas a las condiciones ambientales estresantes, conflictos de pareja, mala salud y otros.

Las mujeres y hombres seguros ante la ansiedad buscan apoyo, los evitativos se distancian de la pareja y no apoyan, los ansioso-ambivalentes se muestran más hostiles y desarrollan síntomas psicosomáticos y respuestas más emocionales, siendo más conscientes del estrés.

Creencias sobre los demás y uno mismo (modelos internos):

Los modelos se forman por los recuerdos del apego, las creencias desarrolladas con relación a ello y su relación con los objetivos o necesidades y las estrategias que el niño tuvo que poner en marcha para conseguir el objetivo de ser protegido y cuidado.

En situaciones relevantes emocionalmente, se activan las necesidades de apego, que estarán influidas por los modelos o creencias.

Las personas seguras tienen modelos en los que merecen recibir cuidados y pueden confiar en otros.  Los demás suelen tener buena intención. Desean relaciones intimas y buscan el equilibrio entre cercanía y autonomía. Reconocen el estrés y gestionan sus emociones de forma constructiva.

Tienen alta autoestima y orientados a los demás.

Los evitativos sospechan de los demás, que no son dignos de confianza. Mantienen la distancia. Enfocados al logro en mayor medida. Control de estrés cortando el enfado y minimizando este. Revelan poco de sí mismos.

Tienen falta de confianza en las situaciones sociales por lo que no están orientados a ellas.

Los ansioso-ambivalentes creen que los demás son complicados. Desean intimidad extrema y temen el rechazo. Intensifican el estrés para provocar apoyo y se muestran solícitos para obtener aprobación.

Dado que los demás son difíciles de entender, son desconfiados y tiene poco control sobre ellos y los demás.

Los modelos de apego son relativamente estables y se activan en las relaciones interpersonales y en situaciones de amenaza o estrés, pero pueden cambiarse:

  • Transiciones vitales que supongan cambios en el entorno y sí mismo.
  • Relaciones de pareja
  • Terapia psicológica que les permita comprender sus experiencias y poder reinterpretarlas y moldear así nuevas creencias y comportamientos que a su vez cambien sus relaciones.

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