La Depresión-Una visión nueva y un tratamiento eficaz

La depresión y la ansiedad nos indican que algo anda mal en nuestra vida.

La depresión es un problema complejo, diferente para cada persona según su contexto, sus características personales y su historia particular, es un problema psicológico, no una enfermedad mental. Es un trastorno del estado de ánimo.

Se entiende depresión por la disminución de funciones, reducción de la actividad, enlentecimiento biológico, y sus principales síntomas son:

Apatía

Tristeza

Inhibición

Desmotivación

Desinterés

Negativismo

Pérdida de la capacidad para disfrutar de las cosas cotidianas

El estado de ánimo incluye tristeza, irritabilidad, ansiedad; los pensamientos son lentos, confusos, normalmente hay culpa y baja autoestima; la motivación es baja, con evitación de actividades y contactos sociales, pasividad e ideas de suicidio; la conducta tiende a la inacción, el llanto y las quejas; hay alteraciones del apetito, del sueño e inapetencia sexual.

Existen diferentes tipos de depresión, dependiendo del tiempo de duración, principales síntomas e intervalos en que aparece, que sobre todo indican problemas adicionales, que no trataremos aquí por la extensión y complejidad de los conceptos.

Antes y todavía hoy, un modelo médico desfasado, clasificaba la depresión en exógena, si era por causas externas identificables, como una pérdida, o endógena, si no había causa identificable, en cuyo se atribuía a un desequilibrio químico en el cerebro. Este concepto parece que está afortunadamente, quedando en desuso.

La depresión puede originarse por una pérdida o por cómo nos relacionamos con nosotros mismos, los demás y el mundo, principalmente por lo aprendido en nuestra historia personal.

A veces caemos en esta trampa por nuestra forma de afrontar los problemas, sobre todo evitando enfrentarnos a ellos, por cómo nos relacionamos con los demás, muchas veces por un trastorno de personalidad, o por una baja autoestima que nos impide confiar en nosotros mismos para conseguir lo que sabemos que necesitamos.

Hoy las terapias psicológicas más innovadoras y eficaces consideran la depresión como una situación en la que la persona se encuentra, no como un problema interno sea químico o producto de un sistema de creencias personales, ni como una reacción a algo externo.

La depresión es una situación que se crea por las circunstancias que nos rodean y nuestro modo de responder a ellas.

Hay pérdidas y cambios vitales, pero la clave está en lo que uno hace, rumiar y dar vueltas sobre el por qué y la incapacidad para entenderlo, y lo que no hace, evitación de lo que sería bueno y tiene sentido para cada uno.

Quedar estancado en la indecisión, encerrado en el problema a resolver, origina la desesperación, que es el paso de la tristeza a la inacción y es cuando se instala la depresión.

La trampa queda definida con el estilo atribucional negativo de la persona: Lo que nos ocurre es debido a nosotros, es estable, no somos capaces de solucionarlo, y es general, siempre me ocurre lo malo.

La depresión resulta de la historia de aprendizaje de la persona, sus acciones no tienen consecuencias positivas para ella, y en cambio las acciones de evitación de lo que causa malestar, donde casi todo es visto como amenazante y supone un enorme esfuerzo, son reforzadas, con lo que la persona cada vez se encierra más en sí misma y hace menos para cambiar algo que es necesario, creando el circulo de evitación y rumia autodestructiva con pensamientos de “por qué a mí”, “no tengo suerte”, “todo me sale mal”…

Se trata al final de que existen pocos alicientes y muchos inconvenientes, lo que lleva a la desesperanza y su consecuencia, la evitación conductual, que casi siempre termina en el aislamiento, no asumir tareas difíciles, no pensar en soluciones ni tomar decisiones y el adormecimiento emocional, como ver TV basura, comer en exceso, adicciones.

La lógica de la depresión es “cuando esté bien lo haré”, por el contrario, las modernas terapias contextuales, a la que pertenece la Terapia de activación conductual, emplea, como suele suceder con los problemas psico-emocionales, la lógica contraria que es “actúa poco a poco y pon en marcha acciones que para ti tengan sentido”, tanto útiles como ir a trabajar, como agradables, escuchar música, quedar con amigos. Solo de esta forma se saldrá de la situación depresiva.

Así poco a poco la persona comprueba que actuando se encuentra cada día un poco mejor.

Por supuesto durante el camino hay barreras internas, como pensamientos rumiativos, o hacernos preguntas sin respuesta, y barreras externas, como una situación de pérdida a la que hay que adaptarse, malas relaciones de pareja y sociales, por ejemplo, y que por lo tanto, habrá que definir el problema y encontrar alternativas para superar estas barreras que nos impiden andar en la dirección que para nosotros tiene sentido, actuando sobre nuestras creencias y pensamientos y sobre el ambiente en que estamos inmersos.

El tratamiento consiste en encontrar las tareas diarias con significado, valorarlas gradualmente tanto en utilidad y dominio como en agrado en una dificultad creciente; afrontar las dificultades que surgen mediante técnicas de solución de problemas y otras muchas, según el caso; aprender habilidades sociales y asertividad, y ser capaz de ponerlo en práctica para poder relacionarnos más satisfactoriamente.

El resumen principal es entrar en contacto con el ambiente y actuar en vez de evitarlo, a pesar del malestar y baja energía.

Cada persona requerirá posiblemente diferentes formas y técnicas de motivación y movilización, y para eso está la habilidad, el buen hacer y la comprensión del profesional.

El tratamiento es sencillo de aplicar y entender dentro de la complejidad de un problema tan serio. Como siempre, si no lo lleva a cabo un profesional de la Psicoterapia, los resultados pueden generar problemas más graves, hundiendo a la persona más en la trampa en la que se encuentra, pues un fracaso más solo confirma su propia inutilidad y el poco sentido de hacer nada para salir de dicha trampa.

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